La subvención es hoy en día pieza importante de la intervención del Estado en la economía y ella cabe y es necesaria, pero siempre es deseable que su aplicación se lleve a cabo de acuerdo con los límites que fijen los sanos principios de defensa de la libre iniciativa particular, pues de otro modo se corre el peligro de cercenar esta libertad. El sistema de mercado dejado al libre juego de sus propias fuerzas terminaría por arruinarse a sí mismo y por ello es necesario que, en ciertas ocasiones, el poder público intervenga.